Antes había contado que los viajes de Los Catedráticos siempre fueron fructíferos, en gallos y en historias… hay una ¡inolvidable!
Huaral difiere mucho de los demás coliseos de gallos, las finales siempre tienen un artista o un show: Los hermanos Castro, Maribel Velarde, Manolo Rojas, siempre hay un espectáculo.
Era el año 2005 y fueron de espectadores a una final en el Graña. El espectáculo: La gran Karen Dejo y el baile del Tamarindo, un video sensual hecho en las Suites de Barranco para una canción de Julio Andrade. La verdad la chata es espectacular, no canta nada, pero baila como una diosa. Además con ese cuerpo, uno para que necesita que cante.
Sigamos. La tarde se desarrollaba con normalidad, como siempre el coliseo lleno, como siempre buenos gallos, como siempre buen ambiente, como siempre Los catedráticos “picados”.
Terminada la primera rueda, salió al ruedo la Gran Karen Dejo, bailaba espectacular, divino, se preguntaban cómo era posible que un ser mortal tuviera esos movimientos de cadera, ese contorneo, arriba!!!!, abajo!!!!, a la derecha!!!!, a la izquierda!!!!!. Espectacular. Definitivamente, no es mortal, es una Diosa.
Después invitó a tres personas al ruedo, escogió al Gallo y a dos personas desconocidas. Fresco, el Gallo bajó sin perturbaciones, la agarró de la cintura la saludó con un beso y se paró donde Karen le indicó. Le hizo varias preguntas a cada uno de los participantes, y empezaron los juegos. El premio una botella de Whisky Etiqueta Negra. El Gallo no tomaba Whisky, pero los otros Catedráticos sí, y era seguro que haría lo imposible por traer tan codiciado trofeo a manos de sus entrañables amigos.
Hicieron dos juegos, la verdad ni me acuerdo, ni quiero recordar, sin embargo después de este tedio había un fabricado triple empate, que debería definirse con un juego final. El ganador se llevaba la botella de Whisky, el aplauso del respetable y un beso de esta diosa de ébano.
El juego se llamaba mi pose favorita. Karen de mala gana ayudó a representar a los dos primeros participantes las formas más excitantes para sus noches de amor. La verdad, estas fueron tan aburridas como sus participaciones anteriores, y nadie se sorprendería si fueran solteros, divorciados, o si las esposas los habían abandonado por idiotas.
Solo quedaba uno, el Gallo. Todos tenían confianza y estaban saboreando ya esa etiqueta negra. Karen le preguntó cómo se llama la pose. Se llama “La Pose de la Vaca Tomando Agua del Río. El coliseo empezó a reír unísono ante tremenda ocurrencia de este citadino. Qué sabía él de vacas y menos como toman agua, y más en el río.
Karen sintió la emoción del público y pícara se dio cuenta que era una oportunidad perfecta para el entretenimiento y la diversión, para el aplauso. De inmediato se prestó para el juego y le dijo: “A ver, ¿me la enseñas?”. “Claro” le dijo el Gallo “cuando quieras!”. “No, enséñame la pose” aclaró, coqueta. El Gallo pidió de inmediato la utilería: Necesitamos: un vaso y un sorbete.
Explicó paso a paso como era el detalle. Las piernas entre abiertas pero firmes, no se mueven, ni se flexionan. El cuerpo hacia delante, las manos hacia adentro apoyadas al piso, el vaso y el sorbete debajo la boca. Cuando yo te avise tomas un sorbo.
Karen presta puso el vaso de agua con el sorbete, midió con minuciosidad de costurera las distancias donde debería ponerse, e hizo una seña de donde debería colocar las manos y las piernas.
Karen estaba lista, el Gallo justo detrás de ella. Tomo aire y puso su mano derecha sobre la espalda y suavemente le bajo el cuerpo hacia delante, ella se dejaba llevar como una pluma, colocó las manos en el suelo con los dedos hacia adentro y el Gallo le pidió que las flexione. Una maravilla, su boca daba exactamente al sorbete. Ella preguntó “y ahora qué hacemos?” Él le dijo: “toma un sorbo de agua”, y acerco su pelvis, rozando suavemente el trasero de Karen. “Si quieres más intenso, un sorbo más largo”. Ella desafiante lo hizo, y el Gallo volvió a pegarse presionando con más intensidad, Karen provocativa tomo un sorbo más largo aún, y el Gallo se quedó pegado ahí, presionando fuerte, pero con la delicadeza que se agarra la mano de un princesa, y así una y otra vez, a veces lento, a veces rápido, el ritmo lo ponía Karen, ella controlaba todo, intensidad y cadencia. Dios mío, el Coliseo estaba en silencio, embelesado, el Gallo no podía controlar la cara de éxtasis, quería que ese momento fuera eterno…
De pronto Karen tomo el vaso se paró y le dijo: “Bien rico, pero se acabó el agua”. El Gallo respondió: “vamos al río mi Amor, ahí te puedo dar todo lo que quieras”.
Espectacular, la botella de Whisky era nuestra y en una desinteresada muestra de amistad y de diversión la diosa subió a la tribuna y compartió con ellos un premio ganado merecidamente con inspiración y por supuesto con mucha transpiración.
"Dedicada al Gallo, esta festejada picardía propia de su astucia"
miércoles, 12 de mayo de 2010
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